Supe acariciar los buenos momentos que me regaló la vida y supe también detestar las amarguras, y aunque hoy, las hojas caídas de un otoño gris acompañan mi existir, no tengo dudas al creer, que sólo se trata de vivir...
Hoy quiero atesorar la sonrisa de mis niños, un beso, un gesto y quizás, de ser posible, la dulce melodía de una canción que brota displicente de sus inocentes almas...